Es un trastorno del desarrollo neuropsicológico de ciertas funciones como el autocontrol de la conducta.

Desde un punto de vista integral los síntomas de: problemas de atención, impulsividad e hiperactividad, no debe ser señal de un trastorno psiquiátrico, sino una llamada de atención de un niño que requiere esfuerzos especiales de los adultos porque no tiene cubiertas sus necesidades afectivas y emocionales.

Si un niño está siempre inquieto, agresivo, inatento, la causa puede ser el ambiente en que vive, el estrés al que está sometido. Esto nos hace reflexionar ¿qué podemos hacer los adultos?, porque está claro que darles la pastilla para que no molesten no es la solución.

Si les damos una mejor atención a sus necesidades reales, afectivas y emocionales, si el tiempo que pasamos con ellos aunque sea poco es de calidad, interesándonos por lo que le pasa, que siente, que teme, que dificultades tiene, etc., mejorará su comportamiento.

Estos niños tienen que aprender a ser responsables de sus conductas, pero sin humillarlos, sin hacerles sentir culpables, que son malos o están enfermos, simplemente tienen mucha energía que hay que ayudarles a canalizarla, les cuesta aprender y nos reclaman mayor atención.

Y los adultos tendremos que sopesar a que dedicamos nuestra atención, nuestra energía, nuestro tiempo, y de que calidad es el tiempo que pasamos con ellos, es para regañar, meter prisa, llevarlos de un sitio a otro o es para darles seguridad, apoyo, cariño, comprensión, aceptación, orientación.

Sus conductas negativas no son intencionadas, tienen dificultad para aprender. No retienen las normas de comportamiento y por eso parece que los castigos son ineficaces y además se les suele castigar en exceso y se acostumbran al castigo lo que lo hace ineficaz.

Las conductas positivas  deben de reforzarse, sino deducen que solo se les atiende si se portan mal, por eso sus conductas parecen llamadas de atención.

Los niños hiperactivos dominan la situación de sus hogares más que sus propios padres, ya que estos suelen ceder a sus deseos para evitar enfrentamientos. Esa no es la manera de ayudarles a que controlen su carácter. Pero para esto es necesario que los padres dominen su propio carácter, aprendan a gestionar sus emociones,  para luego enseñar a sus hijos.

Los padres deben hablar con el niño cuando ambos estén serenos, mirándole a los ojos y desde su altura, con amor y firmeza. La perseverancia y la disciplina, son básicas, porque les cuesta aprender, pero la clave está en expresarles amor, sin ceder a sus chantajes.

Si los padres riñen exageradamente a un niño hiperactivo pueden fomentar un déficit de autoestima, sobre todo si lo critican por todo lo que hace. El niño dejará de esforzarse por portarse bien porque verá que siempre le riñen haga lo que haga. Hay que valorarle lo que hace bien, reforzar las conductas positivas para que las repita.

El exceso de estímulo, televisión o juegos de competición provocan hiperactividad, hay que restringirlos.

Los padres han de estar de acuerdo, sin contradecirse uno al otro, para no sembrar confusión en el niño. Hay que tener unos límites educativos claros y consistentes. Educar en valores.

Hay que establecer una rutina diaria, desde la hora de levantarse a la hora de acostarse,   manteniéndola todo el año, para que les cueste menos trabajo.

Es un esfuerzo conjunto que los padres, profesores, o cuidadores deben de hacer junto con los niños, enseñarles con el ejemplo a organizarse, ser ordenado y no alterarse. A veces uno de los padres es un adulto hiperactivo, y suelen presentar mucha ansiedad ante las dificultades con que se encuentra su hijo, es un aprendizaje para la familia.

Para estos niños se recomienda la dieta de Feingold:

  • Incluya en su dieta todas las frutas y vegetales, excepto los que contienen salicilatos: almendras, manzana albaricoque, cerezas, moras, bayas en general, pepinos, pasas, uvas, naranja, mandarinas, melocotones, ciruelas, fresas y tomates. Los sustituiremos por peras, plátanos y anacardos, con menor riesgo de alergias e intolerancias. Los alimentos eliminados se reintroducen gradualmente, o bien hacerles un test de intolerancias alimentarias.
  • No darles aspirina.
  • No darles azúcar refinado ni productos que lo contengan, ni aspartamo.
  • Eliminar de su dieta todos los alimentos que contienen colorantes artificiales, potenciadores sintéticos del sabor o conservantes artificiales (BHA, BHT, TBHQ, son derivados del petróleo) y los alimentos procesados. Suponen una sobrecarga química  para un organismo posiblemente alérgico y en crecimiento.
  • El azúcar y la leche se consideran los alimentos más desencadenantes, pero también lo son: huevos, cítricos, vinagre de sidra, bacón, mantequilla, golosinas, ketchup, chocolate,  quesos con colorante, salsa chili, maíz, jamón, salchichas ahumadas, carne en conserva, margarina, carne picada condimentada, mostaza, cerdo, salami, sal, bebidas gaseosas, salchichas, y trigo.
  • Eliminar también los alimentos que irritan el estómago: café, té, refrescos de cola, chocolate, productos avinagrados, quesos, col fermentada, salsa de soja, miso y alimentos con sabor fuerte o picantes.
  • Evitar las bebidas carbonatadas, contienen grandes cantidades de fosfatos. Los aditivos a base de fosfatos podrían ser responsables del exceso de actividad muscular. La carne y la grasa también son ricas en fósforo. Altos niveles de fósforo y muy bajos niveles de calcio y magnesio pueden ser señal de la propensión a la hiperactividad.

La carne contiene hipoxantina, sustancia de acción similar a la cafeína, su consumo excesivo produce un estímulo artificial en el sistema nervioso y puede favorecer la agresividad.

Es importante descartar la intoxicación con metales pesados, tanto el plomo como el cobre se han asociado con problemas de conducta. La carne y el pescado de animales criados en lugares contaminados, cerca de zonas industriales, suelen ser los alimentos más contaminados por plomo.

Complementos dietéticos que pueden ayudar en la hiperactividad:

  • Las vitaminas que pueden ser positivas para estos niños son: vitamina C, E y complejo B. La levadura de cerveza, el germen de trigo y cereales integrales son una fuente natural de vitamina B.
  • Los ácidos grasos esenciales, omega 3, regulan  la irritabilidad y los estados nerviosos. El pescado y el aceite de hígado de bacalao, son ricos en omega 3.
  • Calcio y magnesio a la hora de acostarse, tiene efectos calmantes.
  • El aminoácido GABA, calma el organismo de manera parecida a algunos tranquilizantes, pero sin efectos secundarios ni riesgos de adicción.

Y recordar que tanto niños como adultos debemos empezar el día con un desayuno sano y completo, si el desayuno es pobre en nutrientes nos sentiremos antes cansados, nerviosos e irritados. Estarían muy indicadas cremas de avena, mijo, quinoa o arroz integral.

Y en última síntesis en las familias debemos conciliar el orden con la libertad, el orden sin libertad es tiranía, y la libertad sin orden es anarquía. No basta que los niños aprendan de memoria unas teorías, cumplan unas normas, o imiten unas conductas, necesitan libertad para investigar por si mismos, comprender, experimentar, analizar.

Libertad y orden combinados constituyen la base de una educación no basada en el miedo al regaño y por encima de todo mucho Amor y grandes dosis de paciencia.

El hecho de que cada vez haya más niños hiperactivos en los países “desarrollados”, tal vez nos quiere decir algo, reflexionemos.

 

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